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lunes, 14 de noviembre de 2011

[...] Creo que habría recibido como una resurrección la revolución más caótica, viniera de donde viniese, con tal de que aportara una leve mutación a mi vida gris, a mis horizontes cerrados, a mi soledad agónica y a mi hastío de plomo. El aburrimiento corroía como un óxido mis horas de trabajo y de ocio, la vida se me escapaba de las manos como una sucia gotera.[..]
La verdad sobre el caso Savolta- Eduardo Mendoza.


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Anónimas son las preguntas que gritaría y, sin embargo, ni si quiera llegan a traspasar los muros de mi boca, ni si quiera llegan a rozar mis cuerdas vocales. Anónimas son las cartas que no escribimos, las acusaciones y las palabras tiradas a los ríos del olvido. Anónimas son las decisiones que no hacemos, la obsesión que nos recorre y la indiferencia que finjo o fingimos.






Anónima es la indignación que no siento. Cé.

1 comentario:

  1. Esa novela, que le leí se supone que tarde me enseñó mucho de todo... ¿o no?

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