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viernes, 18 de enero de 2013

Ojos como gatos, saltones.

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Jesús era pequeño y tenía rizos. Muchos rizos. Tantos rizos como veces intentaba su madre ocultarlos a base de peines y tirones y cepillos y tirones y técnicas para desenredar y tirones. Pero ellos, al igual que Jesús, eran rebeldes e irremediablemente retorcidos. Los rizos rubios, muy rubios, rubios como el sol o como la cerveza. Como Jesús que quemaba al igual que el sol al tocarlo, que explotaba burbujas de pensamientos ajenos sin darse ni cuenta. Su padre siempre le decía que sus ojos eran como dos gatos, saltones, de ventana en ventana intentando escapar, siempre escapar. Y también decía que su nariz era respingona y que debía haberla sacado de su madre, que tenía el culo respingón.

Un día mamá le contó que su nombre era Jesús porque fue más difícil de sacar del vientre que decir ebrio la palabra Pamplona. No quería salir y no quería y no quería, pero entonces después de tanto empujar, ella se relajó un momento y puso esa cara, esa cara que se pone, esa cara inexpresiva que solo se consigue cuando algo grande va a venir, cuando se va a estornudar quiero decir. Y entonces, estornudó y Jesús salió del simple esfuerzo del estornudo. Achííííiís. Y Jesús dijeron todos. Y así de repente llegó él.
Desde entonces los estornudos son sagrados en la familia.

Jesús se retorcía, entre días, pensamientos, semanas, movimientos, meses, tentaciones, años y más años.
Y llegó el día en que vio una falda, tan corta como su conocimiento y descubrió que eso que llamaban mujeres eran tan rebeldes y retorcidas como sus rizos y, mientras su madre intentaba ocultarlos y desenredarlos, él se enamoró.

Y esta es la historia de Jesús, achíís, ese que tenía nombre de estornudo, con ojos saltonses, como gatos, que se enamoró de Marichú, achúús, quien tenia un nombre con forma de estornudo y a quien no le importaba quemarse con sus rizos rubios como el sol ni tampoco beber cerveza hasta saltar de ventana en ventana. Y así, ninguno de los dos, volvió a querer escapar.



2 comentarios:

  1. Es una genialidad, achùs, Matias esta impaciente por romper el cascaron, chimpùn.

    PD. Eres una genialité.

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