Me comen las víboras.
Suben, suben
desde arriba, sube.
Y yo sin saberlo.
Suben. Empiezan por
los pies, siguen
suben, suben.
Y cuando
menos cuenta me doy,
muero ahogada entre
palabras venenosas,
que suben, suben,
a gritos dichas,
sin cohesión,
sin compresión.
Me doy cuenta
de lo débil
que puedo llegar a ser.
Mientras ellas suben.
Tan frágil que ingenua.
Tan ingenua que tonta
y tan tonta que mala,
tan mala que víbora,
que sube.
O eso dicen
algunos.
Otros
no.
Otros
sí.
Y me paso la vida en incertidumbre...
Sin saber si yo soy la víbora de otros o la mía misma .
cé.
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